A pesar que Ray
Bradbury publicó Fahrenheit 451 hace 64 años (1953), su infierno no puede ser
más real y vigente en estos tiempos. Tan es así que de regreso de viaje por
fiestas de fin de año luego de ver un accidente automovilístico por causas del
alcohol se me vino a la mente un fragmento:
"Temo a los
jóvenes de mi edad. Se matan mutuamente. ¿Siempre ha sido así? Mi tío dice que no.
Sólo en el último año, seis de mis compañeros han muerto por disparo. Otros
diez han muerto en accidente de automóvil. Les temo, y ellos no me quieren por
este motivo. Mi tío dice que su abuelo recordaba cuando los niños no se mataban
entre sí".
La historia aborda un
mundo distópico en el cual la humanidad, en gran mayoría, teme y rehúsa al
conocimiento, dado que el conocimiento para ellos es en resumen complicarse la
vida, preocuparse de muchas cosas que no son el camino a la felicidad, por ello
los bomberos han dejado de apagar incendios y son los justicieros de la
ignorancia, se encargan de incinera los libros que clandest inamente son conservados.
Guy Montang, un
bombero que disfrutaba su trabajo, gozaba incinerar libros sin preguntarse más,
un día se cruza con Clarisse McClellan, una muchacha de casi 17 años, viva
representación humana de la curiosidad al conocimiento, la jovencita y su
familia representan todo lo que la sociedad, en el mundo de Fahrenheit 451
aborrece, representa la curiosidad por el conocimiento, tan creciente su
ausencia en los últimos años en nuestro mundo real; Clarisse introduce el
bicho a Montang de ver el mundo de forma distinta, a que vea más allá de su
labor, a qué se repregunte si es feliz o no. Es este el inicio de una lucha
interior en Montang que lo lleva a romper con los esquemas a enfrentarse a su
esposa, vecinos, conocidos y compañeros de trabajo. En esta rebelión contra la
sociedad Montang recurre a un hombre, profesor Faber conocedor de libros, el
mismo lo orienta y anima en su lucha. Montang es traicionado por su esposa y
recurre en ayuda al Profesor Faber el cual le aconseja busque a otros como él,
profesores exiliados, ignorados de la sociedad y juntos luchen por la
divulgación de los conocimientos.
El paso de Clarisse
es corto, pero intenso, las conversaciones con Montang permiten al lector
realizarse preguntas existenciales, a meditar sobre las cosas sencillas que
secunden alrededor nuestro y no las notamos y por ende no las
disfrutamos, como el olor de la tierra mojada, el placer de oír caer la lluvia,
etc. El encuentro con el Profesor Faber nos representa el miedo
por enfrentar a la sociedad al continuismo, a pesar de tener las
herramientas para hacerlo, los compañeros finales, nos indican que a pesar que
parezca todo perdido y que nadie nos acompaña siempre encontraremos personas
que quieren un mundo mejor.
Llegué a este libro
gracias a una entrevista televisada de dos eruditos peruanos, Marco
Aurelio Denegri y Cesar Hildebrant, y la aventura no fue nada decepcionante. ¿Qué
hacemos diariamente para la divulgación del conocimiento y de la cultura o solo
figurativamente cada Lunes convertimos en cenizas a Millay, los
miércoles a Whitman y los viernes a Flaukner?
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