· “Y puesto que la traición comienza en el alma antes de
manifestarse en actos.”
·
“Al
escoger personas para cualquier empleo se mira más la moralidad que las grandes
aptitudes; pues dado que el gobierno es necesario a la Humanidad, suponen allí
que el nivel general del entendimiento humano ha de convenir a un oficio u
otro, y que la Providencia nunca pudo pretender hacer de la administración de
los negocios públicos un misterio que sólo comprendan algunas personas de genio
sublime, de las que por excepción nacen tres en una misma época. Piensan, por
el contrario, que la verdad, la justicia, la moderación y sus semejantes
residen en todos los hombres, y que la práctica de estas virtudes, asistidas
por la experiencia y una recta intención, capacitan a cualquier hombre para el
servicio de su país, salvo aquellos casos en que se requieran estudios
especiales. Y creían por de contado que la falta de virtudes morales estaba tan
lejos de poder suplirse con dotes superiores de inteligencia, que nunca debían
ponerse cargos en manos tan peligrosas como las de gentes que merecieran tal
concepto, pues, cuando menos, los errores cometidos por ignorancia con honrado
propósito jamás serían de tan fatales consecuencias para el bien público como las
prácticas de un hombre inclinado a la corrupción y de grandes aptitudes para
conducir y multiplicar y defender sus corrupciones.
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